viernes, 13 de junio de 2014

Pablo Iglesias y allegados, ¿mienten conscientemente o se equivocan?



“Si seguimos con estos discursos puede suceder que ocurra como con el 15-M, éramos radicalmente democráticos, pero radicalmente inoperativos”, Juan Carlos Monedero, mano derecha de Pablo Iglesias, en asamblea 8 de junio de 2014.

A nadie le gusta oír el “ya te lo advertí”… Sin embargo este es uno de los pocos casos en los que, al menos quienes me rodean y con quienes suelo hablar de política, no sólo no se molestarán, sino más bien al contrario. Y es que lo veía venir.

El meteórico ascenso de Podemos ha dejado perplejo a medio país (por no decir al país entero). No voy a entrar a analizar el por qué de este ascenso: causas, variables, efectos; es apasionante, sobre todo para una socióloga como la que escribe que además está metida activamente en política, pero no es sobre esto sobre lo que quiero hoy reflexionar. Es sobre el “hacia dónde” va todo esto. Y es que tras oír un par de días después de las elecciones a un representante de este partido en Sevilla hablando en un medio de comunicación, vislumbré enseguida lo que iba a suceder. Esta persona comentó que iban a empezar a hacer asambleas en las diferentes ciudades del país y que se harían los programas municipales en las mismas, que la gente los elaboraría. Ahí estaba el comienzo del fin. No del final del partido en sí mismo. Sí el fin de la creencia en el mismo de muchísima gente.

Uno de los errores de base, desde mi perspectiva, de este partido es cómo hacer reales sus aspiraciones (que no voy a entrar tampoco a valorar en este escrito, pues el tema merece por sí mismo un análisis más que profundo…).  Entiendo que sólo desde el propio sistema que nos hemos dado en democracia, podemos cambiarlo. Sólo a través de los agentes sociales y políticos podemos cambiar lo que no nos guste. Alguien podría decir que por/para eso ha nacido como partido Podemos. El problema está en el concepto básico de funcionamiento de la democracia. Todos estamos de acuerdo en que es la ciudadanía la que se debe autogobernar. Hasta aquí no hay diferencias. La clave del asunto, entiendo, es el cómo se lleva a cabo la misma. La mayoría a día de hoy aceptamos que es imposible el autogobierno cuando hablamos en este caso de 47 millones de personas bajo un mismo techo, si no delegamos nuestra voz en alguien/es. Yo soy la primera que estaría encantada de asumir otra fórmula que aumentase aún más la calidad democrática y de hecho desde UPyD estamos en ello (transparencia de verdad interna y externa, que exigimos dando ejemplo; pedagogía democrática y por tanto aumento de la participación activa, proactiva mejor dicho, de la ciudadanía que haga que la gente “nos controle” y exija día a día, más allá de las votaciones cada cuatro años; cambio de la ley electoral para que sea más proporcional y no prime el bipartidismo y sí la pluralidad, al tiempo que no se menos cabe la gobernabilidad; eliminación de cualquier tipo de privilegio; limitación de cargos públicos electos y de libre designación; etc). Pero por mucho que las nuevas tecnologías avancen, no creo que sea posible estar constantemente votando todo y poniéndonos de acuerdo 47 millones de personas sin delegar. De ahí la necesidad de los partidos que debieran ser herramientas para llegar a esos acuerdos, para convivir de la mejor manera posible. El problema radica, entiendo, en que este partido nace de la idea (al menos eso dicen; ya veremos lo que finalmente hacen…) de que sí se puede llegar a acuerdos de forma asamblearia y constante; el número de personas que nos tenemos que poner de acuerdo, parece no ser un problema para ellos. 

Podemos, habiéndose constituido en partido, se ha convertido en esa herramienta eficaz en democracia para cambiar las cosas, es decir, en esa herramienta en la que delegar para llegar a acuerdos en nombre de un sector de la sociedad. Pero por otro lado mantiene la fantasía de que “sus dictados” serán consensuados de forma asamblearia. El emblema de un partido con esta filosofía ya era bastante contradictorio y apuntaba lo que iba a suceder: ¿la foto de una persona concreta realmente representa esta forma de gobierno que pretenden defender?...

Y al oír que los programas se llevarían a cabo por la ciudadanía en asambleas, lo vi claro. Olvidan estas personas lo que somos: precisamente eso, personas. Como tales tenemos una parte racional y otra emocional, tan importante (cuando no más) que la primera. Esta segunda parte suele explicar reacciones supuestamente incomprensibles si analizamos todo lo que sucede a nuestro alrededor sólo desde la esfera de lo racional. Más allá de nuestras ideas, están nuestras emociones, sensaciones, egos, seguridades e inseguridades, aspiraciones, etc. Y ese es el problema de fondo que este partido ha obviado por completo. Ha contado con la parte racional y piensa que pueden ponerse de acuerdo muchas personas que más o menos, se supone, están en una misma sintonía a ese nivel, “el racional”. Esto por sí sólo ya es complicado (más allá de la pura sistemática complicada de la gestión de muchas personas). Si se ponen ideas encima de la mesa sobre un modelo de ciudad que divide a estas personas en un 50/50 más o menos, ya tenemos un problema. Pero es que lo más complicado de gestionar, sobre todo cuando se obvia, es la parte emocional. ¿Quiénes de todas esas personas van a ser las interlocutoras de esas ideas? Porque al final, sí o sí, tienen que delegar en alguien para que las represente. Y suele haber siempre más personas con “ganas de representar” y convencidas de que pueden y “deben” hacerlo, que posibilidades reales de ello. Y además, ¿hasta qué punto estas personas están dispuestas a defender lo que se decida asambleariamente incluso por encima de sus creencias o posicionamientos? Vi claro entonces que si Podemos no se une a IU y de alguna manera se organiza internamente, terminaría autoeliminándose, o bien quedando en un reducto. 

Lo que no pude entrever fue hasta qué punto la sinrazón de llevar a cabo una democracia asamblearia, ni siquiera dentro del propio partido, iba a estallar tan pronto. Veía clara que la necesidad de tomar decisiones “sobre la marcha” cuando estás ya dentro de las instituciones iba a generar incoherencias internas. Lo que no podía imaginar es que el propio dirigente (supongo que para ellos no lo será desde su propia filosofía, aunque se esté comportando como tal…) y su equipo tenían muy claro que una cosa es lo que predican y otra muy diferente lo que tienen en mente hacer. No pensé que el cinismo y la hipocresía fuese tan obvia a pesar de la famosa foto/logo. Está claro que Pablo Iglesias y compañía han utilizado a mucha gente vendiendo un humo que ni siquiera ellos creen (aunque los de “más abajo” no me cabe la duda de que a pies juntillas), y cuando han conseguido su objetivo se acabó el sistema asambleario hasta el punto de ni siquiera respetar las reuniones de delegados que ellos mismos habían consensuado para determinar entre todos su futuro. Quizás si hubiese visto antes los videos en los que Pablo Iglesias, por ejemplo, se acercaba a sus alumnas y alumnos para decirles lo que tenían que hacer y decir en su intento de scrache a Rosa Díez en la Universidad, si hubiese visto como manejaba la situación y a la gente cual peones, lo podría haber previsto. Tras oír sus proclamas y ver sus actos me queda meridianamente claro: Stalin ha resucitado (y eso que no soy creyente), pero olvidan que la gente a la que pretenden manejar no es la de hace un siglo, analfabeta, proletarios sin apenas derechos, siervos del campo “locos” por correr hacia la supuesta libertad prometida, y mujeres sin reconocimiento alguno, siquiera como personas, con los mismos pocos derechos que sus homólogos varones. El Zar disfrazado de revolucionario demócrata ha errado totalmente en su cálculo. Y los suyos mismos se han revelado en tan sólo dos semanas desde las elecciones. Sigo sentada expectante el devenir de este fraude. 

1 comentario:

Lams dijo...

Buenos días, Mayte

Yo también pensaba, cuando decían por ahí antes de las elecciones que no iba a conseguir mucho, que no se nos debía subestimar a los españoles y nuestras ansias de populismo... Pero creo que pocos esperábamos tantísimo éxito, y, al ponernos a investigar sobre las "cabezas pensantes" nos ha dado hasta miedo. Al menos a mí. No lo puedo achacar más que a un gran desconocimiento de la realidad del discurso y del ideario que tiene de fondo este partido.

Coincido bastante en tu crítica a Pablo Iglesias y Podemos en general, pero no por el hecho de querer otro modelo de democracia (el Partido X propone cambios similares en parte y veo que, por futuristas que sean, pueden ser muy interesantes), sino por la poca intención que tienen de explicar lo que verdaderamente quieren. Se limitan a soflamar obviedades, odios, generalizaciones... en definitiva, lo que la gente en una situación límite quiere oír. Pero no explican ni su programa, ni las ideas que tienen realmente, que van mucho más allá del propio programa (que han moderado como una mera estrategia, en mi opinión). Por eso estoy de acuerdo en que mienten conscientemente: todo es parte de su misma intención de alzarse en “voz absoluta” del pueblo. Y esto me molesta y me preocupa.

Sin embargo, no sé si no he entendido bien el final de tu entrada, pero esa comparación con Stalin me parece exagerada y fuera de lugar. Ni tampoco pienso que los ciudadanos europeos de hoy en día no sean tan manipulables como lo fueron antes, lo único que hay que cambiar, como bien han dicho estos pájaros en algunos discursos “pre-Podemos”, es el método. Cosa que parecen haber entendido bien los populismos de casi todos los países europeos.