miércoles, 18 de septiembre de 2013

Escuchar antes de disparar



Por favor, no disparen a matar antes de oír un mensaje completo, por eso de la democracia, "man que sea"...

Es curioso cómo aquellos que llevamos más a gala lo escrupulosamente demócratas que somos (metámonos todos porque creo que más de una vez hemos podido caer en ello), a veces, caemos en fusilar a alguien cuando dice una frase sin oír los argumentos que la sostienen. Es más, gente que te conoce y no poco, gente que conoce tu forma de pensar; da igual, a veces parece que debe producir cierto placer pensar que alguien ha metido la pata y señalar con el dedo acusador sin reflexionar ni un segundo si esa supuesta metedura de pata es “lógica” en la persona que conocemos. Sobra decir además que todos tenemos derecho a equivocarnos, pero en ocasiones hasta ello se obvia.
Lo sabía. Esa mañana conforme las palabras salían de mi boca sabía que ocurriría. Decir que las listas abiertas son populistas y saber que casi seguro se van a obviar las explicaciones del por qué, es lo que tiene: se te tira todo el mundo encima. Curioso que personas que me siguen en Twitter y saben como pienso, por ejemplo, entren a saco también con el fusil y no me pregunten el por qué, que en el corte de radio no se ha añadido puesto que sólo ponen segundos de una declaración completa al no ser parte de un debate radiado en su integridad.

Ciertamente suena la mar de democrático. ¿Por qué no se va a poder elegir a quien yo quiera para que me represente? ¿Por qué un partido me tiene que decir quién ha de hacerlo? Parece absolutamente irrefutable, ¿verdad? Y en principio lo es y lo comparto. Siempre y cuando se trate de elegir entre quienes conozca. Porque sino, ¿cómo puedo elegir yo "al mejor", al más honesto, al más capaz y que además lo que vaya a hacer, las ideas que defienda, sea lo que entiendo que es lo lógico? Quizás haya quien sostenga que al margen de la cantidad de población, debemos educar a la gente para que sea lo suficientemente responsable políticamente, para que se sienta tan impelido a participar de forma activa y racional, que la ciudadanía dedique gran parte de su tiempo a conocer quienes están en política, de cada uno de los partidos, a todos los niveles y así pueda darse esa votación con conocimiento de causa. Si fuese así, efectivamente creería que la mejor de las propuestas, al margen de la cantidad de población y de que conozca a las personas más o menos directamente o no, son las listas abiertas. Hay quien dirá que hoy es posible gracias a las redes lo cual es cierto. Pero de ahí a que incluso en una población concienciada políticamente existiese ese nivel de conocimiento y búsqueda activa y seguimiento de cada persona relacionada con la política (a nivel municipal, autonómico y nacional de cada fuerza política), como para que eso fuese un hecho, creo de verdad, que estamos hablando, no ya de educación para una ciudadanía responsable políticamente, sino de una auténtica utopía, por muy deseable que sea. 

Además, las listas abiertas sin ese conocimiento profundo de los candidatos y candidatas podría dar lugar, siempre desde mi particular punto de vista, a que aquellas personas elegidas no sean las más capaces, honestas y dedicadas a buscar la mejor fórmula para la convivencia ciudadana, sino que se podría generar una competencia individual que nada tenga que ver con llevar a cabo un proyecto de un partido concreto y sí mucho con los egos personales de cada cual. Las elecciones estarían más centradas en la “venta” individual de cada candidata o candidato; crearía desigualdad a la hora de los medios que cada cual tuviese a su alcance para ello porque incluso si el partido o una Ley estableciese algún tipo de límite para intentar que fuese más igualitaria la campaña, la influencia personal por lo profesional, por pertenecer a un determinado estatus social, etc., desvirtuaría dicha igualdad de partida. 

En resumen, creo que la supuesta democracia ganada con las listas abiertas al margen del número de población del que se trate, no sería realmente tal y crearía más disfunciones que ventajas. Es más, estoy convencida que el tanto por ciento real resultante de gente capaz elegida por este sistema, frente a gente que realmente no lo es, sería más o menos el mismo que si se eligiese a la gente por sorteo. Y además este segundo sistema garantizaría que una vez elegidos los posibles representantes por sorteo entre la afiliación de cada partido, todas las personas de la lista fuesen a una: a defender el proyecto que se supone los lleva a militar en el partido del que forman parte. 

Además, cuando se hace una lista desde un partido por ejemplo en el caso de Granada a nivel municipal, se supone que se hace pensando en el trabajo que se va a desarrollar en la institución, o por lo menos esas debieran ser las razones “razonables”, valga la redundancia, si se gobierna pensando en la ciudadanía. Por tanto es muy importante ordenar la lista pensando en gente que sea experta en los diferentes temas/ competencias que en el caso de un Ayuntamiento  se desarrollan. Es decir, que una lista pensada realmente para gestionar un municipio de la mejor forma posible, tendrá en cuenta, entiendo, que en función del número real de personas que se estima pueden llegar a salir electas, resulte el mejor y más completo equipo posible. Ello supondría tener a gente experta/conocedora de temas jurídicos y más concretamente en derecho administrativo local; tener a gente experta en economía y a poder ser con conocimiento de la gestión económica en el ámbito público; gente experta en servicios sociales desarrollados desde los consistorios; gente experta en urbanismo y con conocimiento de la legislación y gestión urbanística que compete a las administraciones públicas; gente experta en cultura, en movilidad, en igualdad, en participación ciudadana, en medioambiente, en salud, en mantenimiento, en patrimonio, en seguridad ciudadana, etc. Es decir, entiendo que lo lógico sería proponer un equipo de gente en base a sus capacidades y las necesidades que supone una buena gestión de cada administración. Con un sistema de listas abiertas se rompería esa lógica. 

Desde mi punto de vista la verdadera democracia se potencia y se logra haciendo que de verdad haya democracia interna en los partidos. Como de hecho sucede en UPyD. Creo que ese es el verdadero antídoto contra la mediocridad, el clientelismo, el enchufismo y el vivir de la política y no para la política. Por eso es tan importante que dentro de los partidos se generen procesos reales de listas abiertas. Ahí sí es posible que se dé ese conocimiento para votar con un sistema real y equitativo de listas abiertas. Si bien ello no quita que varias personas puedan presentarse en  candidaturas conjuntas, es vital para un verdadero proceso democrático que cada persona afiliada pueda por un lado presentarse individual o conjuntamente con otras personas, y por otro votar. Y que al margen de que haya candidaturas de gente que se sienta, por lo que fuere, más a fin, la votación sea individual y obviamente secreta. Este, entiendo, es el mejor de los métodos para garantizar una democracia sana. El que los partidos internamente promuevan fórmulas reales basadas en la capacidad, mérito y honestidad, para que luego sea posible unas elecciones externas donde aunque sea imposible el conocimiento de las personas de cada lista de forma directa, se tenga una cierta garantía de que van a ser las mejores.

Finalmente aclarar por qué entiendo que sería populista las listas abiertas para poblaciones de más de unas 5.000 personas: potenciaría al más popular o a quien tiene más potencial para serlo y tenemos mil ejemplos de personas populares cuya capacidad personal deja mucho que desear; encantadores de serpientes cuya máxima habilidad es ésta y poco más. Y a su vez sería populista por la falsa percepción de democracia que ello conlleva como ya he explicado.
Si apostamos por una democracia real debemos buscar la mejor fórmula para que quienes nos representen estén a la altura de ello. Apostemos por procesos internos realmente abiertos y de abajo a arriba en los partidos y así tendremos garantizado, entiendo, con una fiabilidad bastante alta, que las personas que los partidos nos propongan sean realmente las más capaces y comprometidas con unas determinadas ideas, y no con ellos mismos o sus partidos.

Y ahora, si quieres, dispara. Aunque sigo pensando que en democracia “no queda muy bonito eso de fusilar a la gente” porque piense diferente, vamos, digo yo.

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