domingo, 6 de mayo de 2012

La nueva reforma laboral promueve la "trata de seres humanos", tal como lo define la UE

Al leer el Convenio del Consejo de Europa sobre la lucha contra la trata de seres humanos, que se firmó en Varsovia el 16 de mayo de 2005 y que España ratificó, no he podido evitar detenerme en su artículo 4:

“Artículo 4 – Definiciones
Para los fines del presente Convenio:
a) La expresión «trata de seres humanos» designa la contratación, el transporte, el traslado, el alojamiento o la acogida de personas mediante amenazas de recurrir a la fuerza, recurso a la fuerza o cualquier otra forma de obligación, mediante rapto, fraude, engaño, abuso de autoridad o de una situación de vulnerabilidad o mediante la oferta o la aceptación de pagos o ventajas para obtener el consentimiento de una persona que tenga autoridad sobre otra con fines de explotación. La explotación incluirá, como mínimo, la explotación de la prostitución ajena o bien otras formas de explotación sexual, el trabajo o los servicios forzados, la esclavitud o prácticas similares a la esclavitud, la servidumbre o la extracción de órganos;
b) El consentimiento de una víctima de la «trata de seres humanos» ante una posible explotación, tal y como se define en el párrafo (a) del presente artículo, se considerará irrelevante cuando se utilice uno cualquiera de los medios enunciados en el párrafo (a);(…)”

La negrita la añade la que escribe… 

En la actual reforma laboral, impuesta por el gobierno del PP, se eliminan por completo los mecanismos por los cuales el sistema normativo anterior corregía las desigualdades obvias entre las personas que contratan y quienes buscan ser contratadas. Esto me hizo sospechar hasta qué punto puede llegar a ser real que los derechos supuestamente “adquiridos” e “inalienables” pueden llegar a desaparecer de la noche a la mañana y hacernos regresar a siglos pasados. Y es que dábamos por hecho que el avance del tiempo suponía siempre un avance en positivo hacia un progreso, entendido como la mejora del bienestar general del ser humano; un avance hacia un mundo donde las injusticias eran cada vez menos, digamos, “espeluznantes”… Pero, al margen de entrar ahora en el debate de si ese supuesto avance es o no un espejismo, porque lo ha sido sólo para un 20% de la población mundial, ese “primer mundo” en el que nos incluimos; al margen de entrar en qué ha supuesto este avance en el restante 80% de la población  del planeta, cuando se nos vende como “inevitable” esta nueva forma de entender las relaciones laborales, no puedo evitar llegar a una conclusión obvia: la mayor parte de la población actual (también en este “primer mundo”) está en una situación de absoluta vulnerabilidad. Incluyendo a las personas con contrato indefinido. Al margen de la valía y la capacidad, del esfuerzo y del mérito. Al margen de todo, esta nueva legislación ha logrado volvernos a convertir en esclavos, domesticarnos, someternos y tratarnos como una parte más del proceso productivo, lejos de tratarnos como personas, como iguales, hemos pasado a ser “objetos”. Y la única manera de serlo realmente, de que no podamos “ser un problema” para la empresa, es asegurarse de que vamos a actuar como objetos, como cosas que nunca plantearán problema alguno por quejas, disconformidades, etc. Simple y llanamente nos han quitado la cualidad esencial del ser humano: ser libre, no tener miedo a “ser”.
Y mira por dónde encuentro un Convenio firmado por todos los estados miembros de la UE que lo deja bien claro; vamos, que no es que lo diga yo, sino que los estados miembros ratificaron que las condiciones actuales deben ser consideradas como una forma de “trata de seres humanos”. Y además añade que el consentimiento del contratado es irrelevante. Porque es obvio que cualquiera es capaz de consentir lo que fuere cuando hablamos de la vida, de poder mantenernos con vida a través de un salario que sí o sí necesitamos para seguir subsistiendo.

Así pues queda claro que esta nueva legislación promueve explícitamente la trata de seres humanos, la esclavitud, la servidumbre. Esta nueva legislación rompe del todo la democracia. Esclaviza a más del 80% de la población que trabaja por cuenta ajena y a su vez a los miles de profesionales liberales que, para competir con las grandes empresas, deben de adaptarse a esas nuevas reglas del juego para intentar lograr la mera subsistencia.

Para colmo esta legislación quiere hacernos creer que el problema real de la crisis parte de la antigua legislación laboral. Craso error. Si así fuera y si tan diferente es nuestra legislación de la de los países vecinos, ¿por qué están todos también en crisis?, ¿por qué no copiamos también sus salarios mínimos profesionales, su conciliación laboral, etc.?  Si grave es esta forma de esclavitud, que nos están imponiendo en pleno siglo XXI, peor es que la situación sigue empeorando a pasos agigantados, lo que evidencia que éste no es el problema y siguen sin hacer realmente nada para atajarlo. Siguen sin tomar medidas fiscales serias para acabar con el mercado negro; siguen sin pedir responsabilidades a los bancos y Cajas por la debacle que han provocado; siguen sin recortar en administraciones paralelas y/o “chiringuitos” llenos a rebosar de estómagos agradecidos; siguen sin decidirse a fusionar ayuntamientos para que las administraciones sean más eficientes y menos costosas; ni eliminan agencias absurdas, ni las diputaciones, ni embajadas de comunidades autónomas, ni racionalizan las televisiones y radios locales, autonómicas y estatales que en la mayoría de los casos no ofrecen realmente un servicio público sino que simplemente se han montado como correa de transmisión partidista y sectaria del partido en el poder; ni se han tomado las medidas necesarias para que la gente no se siga quedando sin hogar ante la imposibilidad de pagar una hipoteca; ni se han eliminado las prebendas de la casta política…; y un demasiado largo etc.

Con este panorama, me atrevo a decir que el gobierno actual no va a durar más de un par de años. Muchos estudios miran de cerca España puesto que se supone que cuando una sociedad supera el 20% de paro de su población, el estallido social es inevitable. Y somos “raros” porque aparentemente “no pasa nada”. ¿Hasta cuándo seguirán tensando la cuerda?, ¿a quién beneficia todo esto?, ¿tan maniatados están a los mercados que van a dejar que esto estalle?, ¿a dónde llegan esas ataduras inconfesables que hacen que estén dispuestos a una ruptura total de la calma social y al surgimiento de la inevitable violencia que ello supondría?... porque también cabría pensar que son unos ineptos, poco lúcidos, que no dan más de sí, pero me temo que esta variable no es la más probable… Entre tanto, ¿cabría preguntarse si legalmente se podría “impugnar” la reforma laboral porque contraviene claramente los principios y objetivos del Convenio del Consejo de Europa sobre la lucha contra la trata de seres humanos?...
  
Mayte Olalla Olmo
Concejal de UPyD en el Ayuntamiento de Granada
Coordinadora de UPyD en Granada
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