Estos días estamos asistiendo a una de las épocas más
cruciales de la historia reciente de nuestro país. Se está redefiniendo el
modelo de sociedad, de cultura e incluso de principios que van a diseñar
nuestro mañana a corto, medio y largo plazo.
Es verdad que hay que hacer algo. Es verdad que cuando
dejamos de tener ingresos, como se hace en cualquier casa, hemos de poner
encima de la mesa cuáles son los gastos para decidir cuales son prescindibles y
eliminarlos para ajustarnos a la situación. El problema empeora cuando esto
viene sucediendo tiempo a y resulta que lejos de recortar dichos gastos en su
momento y de asumir que es posible que en un futuro cercano los ingresos no sólo
no aumenten sino que mermen aún más, en vez de recortar se haya dado una patada
hacia delante pidiendo préstamos para pagar lo que no nos podemos permitir y
cruzar los dedos esperando que “la suerte” nos sonría de nuevo. Esta claro que
es de una insensatez y de una irracionalidad fuera de lugar cuando estamos
hablando de un país entero que ha estado a expensas de estas decisiones, a
expensas de quienes no han querido ver más allá de sus narices.
Pero cuando el tiempo sigue pasando inexpugnable y la
realidad se hace cada vez más cuesta arriba, se decide cambiar de gobierno. ¿Y
qué hacen los nuevos gestores públicos?. Había quien pensaba que durante la
campaña no soltaban prenda porque el plan era tan rotundo que podía disuadir a
los votantes. Pero nos encontramos con algo aún peor si cabe que la nula transparencia,
compromiso y claridad: lejos de tener claro qué hacer ante este panorama, resulta
que cuando llegan al gobierno no es que tuvieran un tremendo plan inconfesable
bajo el brazo, si no que no tenían ninguno. Así, por un lado se encuentran con
un panorama, según dicen, peor del que esperaban (lo cual no voy a entrar a
valorar, porque, sólo este tema, tiene para rato), pero por otro pasan los días,
las semanas e incluso los meses, y ante la incertidumbre de la espera que no
llega, desde Europa comienzan a darnos instrucciones. Porque lo que está claro
es que nuestra situación, la de “nuestra casa” arrastra al resto de vecindad. Si
tenemos nuestra casa llena de goteras, cada vez más sucia, donde empiezan a aparecer
cucarachas, roedores, moho, etc., amenaza sí o sí con cundir por todo el
edificio. Así que ante nuestra inoperancia, nos vienen a decirnos qué hacer,
desde una perspectiva que no pasa desde luego en primer lugar por pensar en la
gente que “vivimos dentro” sino que parte de la necesidad de que nuestra
miseria no cunda al resto de convecinos. Porque hay algo de lo que no cabe la
menor de las dudas. Si quienes nos gobiernan lo hubieran tenido claro y
hubieran llegado convencidos de su plan y lo hubieran expuesto tal cual al resto
del vecindario, nadie nos habría dado instrucciones, nadie.
Lo que más me aterra de todo esto es que los principales
partidos en cuanto a número actual de votantes (en caída libre por cierto; ya
veremos qué pasa en los próximos comicios), no sean capaces de analizar la
situación y cada cual desde su ideología, desde su perspectiva sea capaz de
poner encima de la mesa las soluciones que crean adecuadas. La política es el
arte de solucionar problemas y la ideología la fórmula para hacerlo. Si los
partidos al uso no saben analizar la situación, si ni siquiera saben detectar
los problemas y para colmo cuando les sobrevienen por esa escasa capacidad de
ver a medio/ largo plazo, han olvidado totalmente el cómo se supone que deben
hacerlo desde dicha supuesta ideología que les diferencia del resto, está claro
que esos partidos han dejado de serlo. Han dejado de ser partidos para
convertirse en empresas para generar poder e intentar mantenerse en él. Así han
olvidado por completo su esencia y su supuesta finalidad: arreglar los
problemas ciudadanos.
Ante este aterrador panorama nos despertamos el día de ayer
con nuevos recortes, que de nuevo suponen una patada hacia delante y lejos de
solucionar los problemas los enquista aún más. No se puede pretender encalar
las paredes con el moho debajo y hacerlo además con la leche necesaria para que
quienes estamos bajo ese techo podamos comer. De nuevo una huída desesperada hacia
delante que no parte de un análisis serio del problema que supone remodelar la
casa, los cuartos, levantar algunas paredes nuevas, tirar otras; fumigar para
que las cucarachas que se aprovechan de las migajas que caen de la comida de
los demás y que no declaran desaparezcan. En fin, un plan realmente estructural
para que la casa no sólo se adecente aparentemente sino que quede, por qué no,
incluso mejor que antes, haciéndola más eficaz en la gestión y siempre
partiendo de una base fundamental: garantizar a todos sus habitantes los mismos
derechos y deberes y unos mínimos básicos, enmarcados en un Estado del
bienestar posible e irrenunciable.
Alguien me decía por twitter que hace falta una reforma
estructural que hay que entender que por ahí van los tiros. Que seguro que en
breve se hace la misma… o sea, se acepta que esto no puede seguir así y que las
reformas propuestas ayer son un parche, y eso hay a quien le consuela pensando
que “en breve” llegará “la reforma de las reformas”, “la definitiva”. Esto de
bajar la cabeza y decir “vale, tiene razón, tiene usted que seguir flagelándome
por el bien común” es el colmo, me parece, de la anestesia general que nos han
puesto. No puedo evitar pensar en la rana que meten en agua; empiezan a subir
poco a poco el fuego y la rana va sintiendo el agua cómo se va calentando. Poco
a poco se va acostumbrando. Sigue subiendo la temperatura muy poco a poco y la
rana termina por morir cocida a fuego lento sin haberse dado cuenta. Prueba a
meter una rana en agua un poco caliente y verás como salta de inmediato. Pero
no. Nos están anestesiando, adormilando y encima hay todavía quien pretende
disculpar y aceptar que aunque sea así, no nos queda otra…
¿Hay una solución?, ¿cuál?. No soy adivina pero sí que tengo
claro que como partido político de verdad, hemos hecho nuestros deberes. Primero
tenemos muy claro que estamos aquí para solucionar problemas, no para crearlos,
acrecentarlos y/o darles la espalda y
retrasarlos. Así, hemos hecho un claro diagnóstico, desde que nacimos en 2007
cuando aún se negaba la crisis: la solidaridad y la igualdad se ha quebrado
para la ciudadanía que vivimos bajo el mismo techo, teniendo diferentes
derechos y deberes. Los partidos políticos han dejado de serlo y se han
convertido en máquinas, en empresas empleadoras que viven del marketing, de
estudiar lo que la gente quiere oír y decir que se lo van a dar aunque luego no
lo cumplan en absoluto. La democracia se ha ido recortando poco a poco. Por un
lado se ha dejado de educar a la ciudadanía para que se sientan llamados a
analizar y criticar, para evaluar constantemente a quienes nos dirigen. Se ha
convertido la política en algo sucio, despreciable porque se ha hecho pensar
que la lógica de la política es sí o sí partidista. Se ha llegado a dar por
bueno que los criterios de decisión de un partido son aquellos que “lógicamente”
más le interesa como tal, lejos del interés común. Se ha politizado todo desde
ese punto de vista partidista: la justicia, las administraciones, creando chiringuitos
varios de todos los colores y temáticas también llamada “administración
paralela” y/o empresas, fundaciones, institutos, mancomunidades, consorcios…, “públicos”
(hasta arriba de estómagos agradecidos). Se ha politizado (repito desde un
concepto que nada tiene que ver con política sino con partidismo) la educación,
las cajas de ahorros, las asociaciones vecinales… todo. Y además todo ello se
ha vendido de tal forma que parezca “lo normal” en todo caso “inevitables
efectos colaterales” de la propia democracia. Este es el punto de origen de
todos los males estructurales que hoy nos amenazan ya de una forma casi
palpable.
Esto supone que la reestructuración real del sistema ha de
pasar sí o sí por una reestructuración de los partidos al uso, de sus formas de
hacer de gestionar y de gestionarse. Ello conlleva una eliminación de los
aparatos que han montado y que han llevado al desastre a todo el país. Toda esa
grasa que han creado y de la que han vivido es la primera que hay que eliminar.
Y hasta que esto no suceda, hasta que dejemos de pensar en clave partidista y
nos pongamos a pensar qué hacer en pro de la ciudadanía, de su totalidad, no
saldremos de esta. Y lejos de hacer algo así, de nuevo se arremete contra los más
débiles, contra “los sufridores” de esta mal llamada política de unos y otros. Y
lejos de recortar la grasa por ellos creada y reducir los ayuntamientos (el 60%
de los 8114 municipios tienen menos de 1000 habitantes y suponen el 58,5% de
todos los políticos electos), dicen de recortar el 30% de los concejales lo
cual no produce ningún efecto hasta las próximas elecciones municipales y dicho
efecto repercute fundamentalmente en afianzar el bipartidismo. Sí han dicho de
reducir en un 20% las subvenciones a partidos políticos, sindicatos y
patronales, lejos del 100% que pedía UPyD, por cierto; así que de nuevo es más
populismo que una medida realmente pensada en serio dentro de un plan global de
verdadera austeridad racional. Lejos de eliminar diputaciones se las refuerza. Se
mantienen las más de 4000 empresas públicas, las televisiones locales, los
sobresueldos disfrazados de dietas de los políticos (todos las aceptan sin escrúpulos
menos UPyD), las embajadas de las comunidades autónomas, las agencias autónomas
varias multiplicadas por 17 (como la meteorológica, por ejemplo). Se recorta al
funcionariado y aumentan los cargos de confianza. A los parados se los tilda de
vagos, y se sube el IVA “porque hay muchos que no lo pagan”. Así, se castiga a
quien hace bien las cosas pero a quien defrauda se le da la posibilidad de “perdonarle”
sin problema y desde luego ni una palabra de perseguir a quienes producen
70.000 millones de euros en dinero negro. Pero eso sí, para no perder votos,
justo antes de las municipales, en 2015, se dice que se les va a devolver al funcionarizado
la paga que hoy se les quita. De verdad, esto es ya es un verdadero insulto a
la inteligencia.
He puesto en twitter hace un par de horas que están acabando
con el futuro de nuestros hijos, de nuestras familias y lo que es más grave aún,
de la paz y hay quien me ha dicho que no debiera de decir algo así como cargo
electo. Sin embargo como cargo electo entiendo que tengo la obligación de decir
hacia dónde nos lleva toda esta sin razón alto y claro. Está en peligro todo
por lo que se ha luchado durante siglos. Está en peligro la propia democracia.
Necesitamos un partido que sepa claramente cómo hacer las cosas en función de
un único interés: el de la ciudadanía de este país. Señor Rajoy, no siga
improvisando, no siga desgobernando. Dimita de una vez antes de que sea
demasiado tarde.
1 comentario:
Si pudiera estar más de acuerdo lo habría escrito yo mismo, pero no puedo. Excelente relato de la realidad actual. Gracias.
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