viernes, 13 de julio de 2012

O hacemos una reestructuración del país seria y viable o volvemos a la edad media

Estos días estamos asistiendo a una de las épocas más cruciales de la historia reciente de nuestro país. Se está redefiniendo el modelo de sociedad, de cultura e incluso de principios que van a diseñar nuestro mañana a corto, medio y largo plazo.

Es verdad que hay que hacer algo. Es verdad que cuando dejamos de tener ingresos, como se hace en cualquier casa, hemos de poner encima de la mesa cuáles son los gastos para decidir cuales son prescindibles y eliminarlos para ajustarnos a la situación. El problema empeora cuando esto viene sucediendo tiempo a y resulta que lejos de recortar dichos gastos en su momento y de asumir que es posible que en un futuro cercano los ingresos no sólo no aumenten sino que mermen aún más, en vez de recortar se haya dado una patada hacia delante pidiendo préstamos para pagar lo que no nos podemos permitir y cruzar los dedos esperando que “la suerte” nos sonría de nuevo. Esta claro que es de una insensatez y de una irracionalidad fuera de lugar cuando estamos hablando de un país entero que ha estado a expensas de estas decisiones, a expensas de quienes no han querido ver más allá de sus narices.

Pero cuando el tiempo sigue pasando inexpugnable y la realidad se hace cada vez más cuesta arriba, se decide cambiar de gobierno. ¿Y qué hacen los nuevos gestores públicos?. Había quien pensaba que durante la campaña no soltaban prenda porque el plan era tan rotundo que podía disuadir a los votantes. Pero nos encontramos con algo aún peor si cabe que la nula transparencia, compromiso y claridad: lejos de tener claro qué hacer ante este panorama, resulta que cuando llegan al gobierno no es que tuvieran un tremendo plan inconfesable bajo el brazo, si no que no tenían ninguno. Así, por un lado se encuentran con un panorama, según dicen, peor del que esperaban (lo cual no voy a entrar a valorar, porque, sólo este tema, tiene para rato), pero por otro pasan los días, las semanas e incluso los meses, y ante la incertidumbre de la espera que no llega, desde Europa comienzan a darnos instrucciones. Porque lo que está claro es que nuestra situación, la de “nuestra casa” arrastra al resto de vecindad. Si tenemos nuestra casa llena de goteras, cada vez más sucia, donde empiezan a aparecer cucarachas, roedores, moho, etc., amenaza sí o sí con cundir por todo el edificio. Así que ante nuestra inoperancia, nos vienen a decirnos qué hacer, desde una perspectiva que no pasa desde luego en primer lugar por pensar en la gente que “vivimos dentro” sino que parte de la necesidad de que nuestra miseria no cunda al resto de convecinos. Porque hay algo de lo que no cabe la menor de las dudas. Si quienes nos gobiernan lo hubieran tenido claro y hubieran llegado convencidos de su plan y lo hubieran expuesto tal cual al resto del vecindario, nadie nos habría dado instrucciones, nadie.

Lo que más me aterra de todo esto es que los principales partidos en cuanto a número actual de votantes (en caída libre por cierto; ya veremos qué pasa en los próximos comicios), no sean capaces de analizar la situación y cada cual desde su ideología, desde su perspectiva sea capaz de poner encima de la mesa las soluciones que crean adecuadas. La política es el arte de solucionar problemas y la ideología la fórmula para hacerlo. Si los partidos al uso no saben analizar la situación, si ni siquiera saben detectar los problemas y para colmo cuando les sobrevienen por esa escasa capacidad de ver a medio/ largo plazo, han olvidado totalmente el cómo se supone que deben hacerlo desde dicha supuesta ideología que les diferencia del resto, está claro que esos partidos han dejado de serlo. Han dejado de ser partidos para convertirse en empresas para generar poder e intentar mantenerse en él. Así han olvidado por completo su esencia y su supuesta finalidad: arreglar los problemas ciudadanos.
Ante este aterrador panorama nos despertamos el día de ayer con nuevos recortes, que de nuevo suponen una patada hacia delante y lejos de solucionar los problemas los enquista aún más. No se puede pretender encalar las paredes con el moho debajo y hacerlo además con la leche necesaria para que quienes estamos bajo ese techo podamos comer. De nuevo una huída desesperada hacia delante que no parte de un análisis serio del problema que supone remodelar la casa, los cuartos, levantar algunas paredes nuevas, tirar otras; fumigar para que las cucarachas que se aprovechan de las migajas que caen de la comida de los demás y que no declaran desaparezcan. En fin, un plan realmente estructural para que la casa no sólo se adecente aparentemente sino que quede, por qué no, incluso mejor que antes, haciéndola más eficaz en la gestión y siempre partiendo de una base fundamental: garantizar a todos sus habitantes los mismos derechos y deberes y unos mínimos básicos, enmarcados en un Estado del bienestar posible e irrenunciable.

Alguien me decía por twitter que hace falta una reforma estructural que hay que entender que por ahí van los tiros. Que seguro que en breve se hace la misma… o sea, se acepta que esto no puede seguir así y que las reformas propuestas ayer son un parche, y eso hay a quien le consuela pensando que “en breve” llegará “la reforma de las reformas”, “la definitiva”. Esto de bajar la cabeza y decir “vale, tiene razón, tiene usted que seguir flagelándome por el bien común” es el colmo, me parece, de la anestesia general que nos han puesto. No puedo evitar pensar en la rana que meten en agua; empiezan a subir poco a poco el fuego y la rana va sintiendo el agua cómo se va calentando. Poco a poco se va acostumbrando. Sigue subiendo la temperatura muy poco a poco y la rana termina por morir cocida a fuego lento sin haberse dado cuenta. Prueba a meter una rana en agua un poco caliente y verás como salta de inmediato. Pero no. Nos están anestesiando, adormilando y encima hay todavía quien pretende disculpar y aceptar que aunque sea así, no nos queda otra…

¿Hay una solución?, ¿cuál?. No soy adivina pero sí que tengo claro que como partido político de verdad, hemos hecho nuestros deberes. Primero tenemos muy claro que estamos aquí para solucionar problemas, no para crearlos,  acrecentarlos y/o darles la espalda y retrasarlos. Así, hemos hecho un claro diagnóstico, desde que nacimos en 2007 cuando aún se negaba la crisis: la solidaridad y la igualdad se ha quebrado para la ciudadanía que vivimos bajo el mismo techo, teniendo diferentes derechos y deberes. Los partidos políticos han dejado de serlo y se han convertido en máquinas, en empresas empleadoras que viven del marketing, de estudiar lo que la gente quiere oír y decir que se lo van a dar aunque luego no lo cumplan en absoluto. La democracia se ha ido recortando poco a poco. Por un lado se ha dejado de educar a la ciudadanía para que se sientan llamados a analizar y criticar, para evaluar constantemente a quienes nos dirigen. Se ha convertido la política en algo sucio, despreciable porque se ha hecho pensar que la lógica de la política es sí o sí partidista. Se ha llegado a dar por bueno que los criterios de decisión de un partido son aquellos que “lógicamente” más le interesa como tal, lejos del interés común. Se ha politizado todo desde ese punto de vista partidista: la justicia, las administraciones, creando chiringuitos varios de todos los colores y temáticas también llamada “administración paralela” y/o empresas, fundaciones, institutos, mancomunidades, consorcios…, “públicos” (hasta arriba de estómagos agradecidos). Se ha politizado (repito desde un concepto que nada tiene que ver con política sino con partidismo) la educación, las cajas de ahorros, las asociaciones vecinales… todo. Y además todo ello se ha vendido de tal forma que parezca “lo normal” en todo caso “inevitables efectos colaterales” de la propia democracia. Este es el punto de origen de todos los males estructurales que hoy nos amenazan ya de una forma casi palpable.

Esto supone que la reestructuración real del sistema ha de pasar sí o sí por una reestructuración de los partidos al uso, de sus formas de hacer de gestionar y de gestionarse. Ello conlleva una eliminación de los aparatos que han montado y que han llevado al desastre a todo el país. Toda esa grasa que han creado y de la que han vivido es la primera que hay que eliminar. Y hasta que esto no suceda, hasta que dejemos de pensar en clave partidista y nos pongamos a pensar qué hacer en pro de la ciudadanía, de su totalidad, no saldremos de esta. Y lejos de hacer algo así, de nuevo se arremete contra los más débiles, contra “los sufridores” de esta mal llamada política de unos y otros. Y lejos de recortar la grasa por ellos creada y reducir los ayuntamientos (el 60% de los 8114 municipios tienen menos de 1000 habitantes y suponen el 58,5% de todos los políticos electos), dicen de recortar el 30% de los concejales lo cual no produce ningún efecto hasta las próximas elecciones municipales y dicho efecto repercute fundamentalmente en afianzar el bipartidismo. Sí han dicho de reducir en un 20% las subvenciones a partidos políticos, sindicatos y patronales, lejos del 100% que pedía UPyD, por cierto; así que de nuevo es más populismo que una medida realmente pensada en serio dentro de un plan global de verdadera austeridad racional. Lejos de eliminar diputaciones se las refuerza. Se mantienen las más de 4000 empresas públicas, las televisiones locales, los sobresueldos disfrazados de dietas de los políticos (todos las aceptan sin escrúpulos menos UPyD), las embajadas de las comunidades autónomas, las agencias autónomas varias multiplicadas por 17 (como la meteorológica, por ejemplo). Se recorta al funcionariado y aumentan los cargos de confianza. A los parados se los tilda de vagos, y se sube el IVA “porque hay muchos que no lo pagan”. Así, se castiga a quien hace bien las cosas pero a quien defrauda se le da la posibilidad de “perdonarle” sin problema y desde luego ni una palabra de perseguir a quienes producen 70.000 millones de euros en dinero negro. Pero eso sí, para no perder votos, justo antes de las municipales, en 2015, se dice que se les va a devolver al funcionarizado la paga que hoy se les quita. De verdad, esto es ya es un verdadero insulto a la inteligencia.

He puesto en twitter hace un par de horas que están acabando con el futuro de nuestros hijos, de nuestras familias y lo que es más grave aún, de la paz y hay quien me ha dicho que no debiera de decir algo así como cargo electo. Sin embargo como cargo electo entiendo que tengo la obligación de decir hacia dónde nos lleva toda esta sin razón alto y claro. Está en peligro todo por lo que se ha luchado durante siglos. Está en peligro la propia democracia. Necesitamos un partido que sepa claramente cómo hacer las cosas en función de un único interés: el de la ciudadanía de este país. Señor Rajoy, no siga improvisando, no siga desgobernando. Dimita de una vez antes de que sea demasiado tarde.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Si pudiera estar más de acuerdo lo habría escrito yo mismo, pero no puedo. Excelente relato de la realidad actual. Gracias.